Leopoldo Rodés, adiós a un visionario

Rodes_david

David Colomer
Chief Global Client Officer Havas Media Group

Lo de que algo se muere en el alma cuando un amigo se va no puede ser más cierto. Ayer falleció en accidente de tráfico el gran Leopoldo Rodés, un mazazo que aún trato de digerir. Hace unas semanas estaba con él en su casa de Barcelona antes de viajar a Londres. Ese día le encontré más vital que nunca, lleno de vida, proyectos, hablando maravillas de sus hijos (y nietos), de lo feliz que estaba por que progresáramos y siempre predispuesto (doy fe que siempre estaba disponible) para ayudar con sus consejos, relaciones, experiencia y ánimo.

Leopoldo, por encima de todo, profesaba un profundo sentimiento sobre la importancia de la famila, era amigo de sus amigos, discreto como nadie, agudo, sagaz, astuto, rápido, decidido, coherente. Con una mirada sabías lo que quería.

Se me amontonan las anécdotas (todas enriquecedoras) y me cuesta poner orden. Recuerdo que cuando entraba en una sala, se sentaba en una comida o caminaba por un pasillo su carisma, su magnetismo, su mirada y sus palabras dejaban sin aire a quieres estaban a su alrededor. Era, por así decirlo, una mezcla de aristócrata, diplomático, pater familias, lobista, árbitro… Un visionario de los que hoy andamos escasos.

Fue un hombre admirado, temido, deseado e intelectualmente un privilegiado. Pocas personas he conocido que tuvieran una vasta cultura como la suya. Era un renacentista, pero con una enorme dosis humanista.

Tenía un talento innato que supo cultivar como pocos, algo que sumado a un sentido común arrollador le convertía en una persona admirada por todos. Pero no iba por la vida dando lecciones o imponiendo su criterio a golpe de ordeno y mando. Siempre escuchaba primero y luego te daba su consejo sincero, lleno de coraje y sin convencionalismos. Solía dar en la diana.

Leer artículo completo en Marketingdirecto.com