Dolce far niente

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Jorge Martinez Beneyto.

Dolce far niente (dulce no hacer nada) o el arte de la vida relajada y ociosa. Dejar expandir el holgazán que llevo dentro.

Rindo hoy homenaje a todos aquellos que han hecho arte de tal disciplina, de tal forma y manera de entender la vida. Rindo público homenaje a los que libremente han elegido la felicidad que proporciona disfrutar un día si y otro también de ver pasar el tiempo sin sentimiento de culpabilidad por todo aquello que podría estar haciendo y no le da la gana hacer. A todos aquellos que disfrutan simplemente por el hecho de estar e incluso no ser, a todos los que sin importarles nada deciden contemplar la vida sin vivirla en primera persona.

Lo digo yo que añoro a diario esta facultad que no tengo, quien día tras día batalla con la vida sin concesiones, sin aliento ni tiempo para terminar todo lo que deja pendiente cada jornada. Lo digo desde la malsana envidia que me produce sentirme un inútil funcional incapaz de parar más de cinco minutos seguidos para contemplar lo que a mi alrededor ocurre, o simplemente parar para regalarme un disfrute de cualquiera de los cinco sentidos en las mil y una manifestaciones que nos ofrece la vida sin tener consciencia de ello.

Dolce far niente, quimera inalcanzable, paraíso del infatigable hacedor de nada, lupanar de la contemplación, prostíbulo del siempre mil veces ocupado, pecado de muerte para el hacendoso, tentación inalcanzable para el afanoso creador de la vida mísera sin ocio ni dispendio, entelequia del yo superlativo generador de riqueza material y vacío espiritual.

Dolce far niente golpea con fuerza la aldaba del portón de mi alma, entra e invade todo mi ser, y permite que me abandone en tu lecho de pereza e indolencia, envenena mi voluntad y arrástrame a una vida ajena al débito del esfuerzo, celo, tesón, ahínco y desvelo.

Dolce far niente rapta para siempre mi determinación y conquista mi persona para doblegar mi albedrío y convertirme en tu más incondicional y leal servidor.

Dolce far niente a ti te ofrezco los años que aún han de llegar para redimir los excesos de la necedad de una vida sin premio ni recompensa.